Discos dedicados desde el otro lado del 'charco'

Internet nos ofrece una extraordinaria posibilidad de navegar por todos los diales del planeta, por escuchar con la misma nitidez que si hablasen en la habitación de al lado a los locutores de Radio Caracol o de alguna emisora del quinto confín.
Hoy, aquel inconcebible malabarismo –para las actuales generaciones- de rescatar para nuestro receptor un sonido medianamente ‘audible y entendible’ (sacando al máximo la antena) sin interferencias cada vez que pasase un coche delante de casa, puede resultar extraño y hasta cómico; como las carcasas de los viejos aparatos, preciosos en sus inicios; extraños como fueron las radios con casette incorporado, los equipos compactos de los setenta o los cacharrazos que los perlas de turno exhibían –hoy lo vemos con horror- por las playas.
Yo tuve la suerte de disponer de una increíble y voluminosa ‘multibanda’ que nos regaló horas y horas de noticias, música, miedos y evocaciones durante inmensas noches de cielos estrellados –sin luz urbana- en veranos lejanos y sabrosamente cálidos. Diarios hablados en español de Radio París, emisoras que –desde la URSS- también nos llegaban en castellano para asombro nuestro… Paraguay… O la aparición, casi fantasmagórica en una noche de niebla que no olvidaré, de Radio San Sebastián, cuyas ondas cruzaron la península entera para venir a darse un baño en una playa del sur.
Y en ese marco, donde la radiodifusión prácticamente se polarizaba en las capitales de provincia, la Costa del Sol se miraba en la Onda Media de Radio Ceuta, de la cadena Ser o en la avanzadísima Radio Tánger, que en los años setenta aventajó a los mismísimos 40 Principales, emitiendo para todo el sur peninsular la música que en España tardaría muchos meses en estrenarse, y que se podía escuchar en las emisoras más punteras del viejo continente. Tánger, con su inolvidable ‘La selección del disc-Jockey’, enunciada en un precioso francés marroquí por su locutora ‘La sélection du disc-jockey', dejaba con la boca abierta a una juventud ansiosa y devoradora de música actual en una época, los ochenta, en que los estrenos mundiales llegaban a nuestras emisoras convencionales (a la vez que a la Primera y Segunda cadena) con un retardo de seis o siete meses.
Su vecina norte africana, la Radio Ceuta de los setenta, adoptó una fórmula cercana, familiar y sentimental. El tirón turístico que la ciudad autónoma en aquellos años se debió, justo es reconocerlo, a la labor de difusión que desde la emisora decana se irradió para toda la costa española desde Almería hasta Tarifa, y donde en sus cuñas era posible conocer al dedillo la oferta comercial que los cientos de bazares de la ciudad puerto-franco ofrecía a miles de turistas que llegaban a su puerto, como oleadas, en las mañanas de los sábados. La Ser de Ceuta, dirigida entonces por D. José Solera y locutada por este y, como ninguna otra, por Beatriz Palomo (a ambos tuve la suerte de conocerlos en persona), regaló a sus oyentes de ultramar varios lustros de ‘Discos Dedicados’. La longitud de la onda media permitía recibir la emisora lo mismo en Cabo de Gata que en Nerja, Estepona o Algeciras, lo que convirtió al programa en uno de los mayores éxitos de la radio española de todos los tiempos, pero no por su gran escala, no, sino por su universal familiaridad. Para costear las dedicatorias, imposibles de sufragar en tiempos en los que no existían ni las transferencias electrónicas y los giros postales tardaban una larga semana, la emisora caballa aceptaba el pago en especie de las –no recuerdo bien- diez o veinte pesetas en sellos de correos que se incluían dentro del sobre donde se escribía la dedicatoria. La carta necesitaba de tres días mínimo para cruzar el charco desde cualquier punto de la costa sur española y todo esto si había suerte de que un temporal de levante no cerrase el Estrecho al tráfico marítimo.
Y, fiel a sus oyentes, los ‘Discos Dedicados’ de Radio Ceuta saltaban al espacio cada sábado a las cuatro de la tarde… “Para Fulanito de Málaga…”, “para perenganito de Rincón de la Victoria…”. Cumpleaños, comuniones, casorios… El casi aborrecido y aborrecible “Dame veneno que quiero morir” y otras piezas de la época se fueron acumulando en el bagaje de un programa que atesoró miles, muchos miles, de buenos deseos cruzados de familiares y amigos, marcando una época y languideciendo al tiempo que las FM convencionales comenzaron a surgir en las costas de Málaga, Granada o Almería, eclipsando el sonido preciosamente imperfecto de la onda media (que siempre sonó a eso, a radio de siempre).
Un servidor, que siempre gustó de rebuscar en los pasados eternos, fue haciéndose de una hemeroteca sonora que hoy haría llorar de emoción y recuerdo a muchos nostálgicos. Voces que fueron, sentimientos que fluyeron y dedicatorias con intención tan oculta como hermosa. Todo aquello se diluyó como por arte de una magia extraña y tal vez injusta…
Sin embargo, como soñar no cuesta, los más observadores y detallistas habrán observado que en la película ‘Contact’ (un film de culto para soñadores de lo infinito) el comienzo simula un alejamiento de una nave supersónica desde el planeta Tierra hacia la profundidad estelar. La nave va alcanzando en sentido inverso las ondas de radio que fluyen al espacio desde el momento presente a los comienzos de las emisiones terrestres… Viendo la película sonreí pensando en que esos ‘Discos Dedicados’ hace ya muchos, muchos años, que dejaron la órbita de la tierra, que salieron del sistema solar y que si alguna vez una civilización inteligente capta ese sonido de un mundo extinto no entenderá de que iba aquello, pero igual hasta le gusta el disco más pinchado de la historia de ese programa… ‘Su primera comunión’.


Nota: Gracias a todos los lectores por vuestros comentarios en Facebook

Comentarios

  1. en radio tanger al mediodia ponian en el programa de discos dedicados uno de mi tia ANA MARIA DE LOS REYES , tituladi balconcito sevillano.

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